Han pasado ya muchos, muchos años desde aquellos recreos en el cole en el que con mis amigas intercambiaba sobres y hojas.
Estos preciosos papeles que no sé cómo ni cuándo comencé a coleccionar. Supongo que sería una moda de la época.
Lo feliz que era yo cuando mi madre aparecía con un paquetito de 10 sobres con sus respectivas hojas impresas con dibujos y formas que no tenía y podría llevar al día siguiente al colegio para su pertinente cambio por otro que añadir a la colección...
Incluso me atreví a hacer mis propios conjuntos, qué gracia me da verlo, seguro que me llevó un ratito pintarlo todo con rotulador.
Llegué a tener una colección de lo más completa. Luego me fui haciendo mayor y fui utilizando los papeles para escribir a mis amigas en sus viajes de estudios y demás, y me quedé con un pequeño muestrario de lo que tuve que ahora guardo en estas cajitas:
Podríamos decir que ese fue el comienzo de mi vena crafter. Quién me iba a decir a mí que más de 20 años después seguiría amando los papeles estampados y aumentando mi colección.
Al final va a ser que hay cosas que sí están predestinadas en nuestras vidas, solo hay que darles nuevas oportunidades ¿no creéis?
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